Una mirada…
Te mira a los ojos
y tú quedas atrapada. Te preguntas a qué viene todo esto, mientras él se acerca
a ti lentamente. Empiezas a ponerte nerviosa, más de lo que deberías.
Una caricia…
Te alcanza. Intentas escapar de su mirada,
pero él te lo impide colocando su mano contra tu mejilla. Te bloqueas, no sabes
que hacer. La mano baja lentamente hasta tu cuello, acariciando cada porción de
piel que encuentra por el camino.
Un latido del corazón…
Un escalofrío recorre
tu cuerpo, pero te resulta agradable. Tu corazón golpea tu pecho cada vez más
rápido, más fuerte. Estás segura de que él puede escucharlo.
Una sonrisa…
La distancia se va acortando demasiado
despacio. Tus labios se resecan, la habitación desaparece. No puedes evitar
sonreír levemente, deseando que la tortura se acabe.
Un roce…
Tus ojos se cierran. Sientes sus latidos,
tan rápidos como los tuyos; sientes su respiración cada vez más cerca. Vuestros
labios se rozan levemente, pero no parece suficiente.
Un beso…
Rodea tu cintura
con delicadeza, y tú enredas los dedos en su pelo. Le miras a los ojos durante
el segundo más largo de tu vida. Sonríe, tú también. La distancia que os separa
vuelve a desaparecer. Te besa, y tú dejas que el beso te envuelva; te dejas
arrastrar hacia ese delicioso infierno.
Un sentimiento…
Infierno cálido y agradable, que te hace
sentir viva, libre. Sensaciones que te desbordan, que revelan verdades ocultas en tu corazón. Y un
sentimiento que lentamente se abre paso, rodeando vuestros cuerpos, muriendo en
vuestros labios, atravesando vuestro corazón.
El
beso termina con un pequeño roce mientras en tus labios se dibuja una sonrisa.
Un último latido acelerado te recuerda que no estás soñando, mientras él te
acaricia como si fueras de cristal. Y esa mirada en sus ojos, hace que tus
sentimientos hacia él, te golpeen con tanta fuerza, que olvides por un instante
dónde estás.
Comentarios
Publicar un comentario