Se acabó


    Esa losa sobre mis hombros ha desaparecido, y al fin puedo caminar sin ese horrible peso que me hundía cada segundo un poco más.

    El nudo de mi garganta se fue cuando el orgullo por fin dejó salir mis lágrimas. Y por extraño que parezca, fue alivio lo único que sentí al empezar a llorar. Alivio porque creí que me volvía de piedra; alivio porque por un instante pensé que me había perdido a mí misma y jamás podría volver…

    Esa sensación de asfixia, esa barrera que me impedía hablar, al fin se desvaneció. Pasé días enteros hablando lo justo y deseando gritar lo que pasaba por mi cabeza; pero con esa enorme barrera atravesando mi garganta, atando mi lengua, prohibiendo el paso a mi voz. Ahora ya no está, se ha ido y con ella el silencio incomodo, la angustia y la soledad.

    Y ahora que todo se ha ido, vuelven las sonrisas y la alegría que empezaba a echar en falta; las cosas que antes creía importantes, ahora no lo parecen tanto; los problemas que creía tener, ya no parecen los mismos… Ahora sé que no tengo por qué hacer esto sola; quizás por eso, todo parece menos inquietante, menos una condena…  y más desafío.

Comentarios

  1. Si se callan los problemas se vuelven pesadillas. Aunque sea gritando, pero sácalo.

    ResponderEliminar
  2. "Ahora sé que no tengo por qué hacer esto sola; quizás por eso, todo parece menos inquietante, menos una condena… y más desafío." en esa frase esta la clave de todo, pase lo que pase, NUNCA SOLA :)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario