¿Adiós?




    Tiene gracia, el mismo día que nos prometimos hablar a menudo durante el verano, fue la última vez que hablamos; irónico, ¿no? Me prometí a mi misma que esperaría a que tú me dirigieses la palabra; pero ya me conoces, no suelo cumplir mis promesas.

    La verdad, no entiendo lo que estoy haciendo, no sé lo que pretendo conseguir, pero tampoco es que me importe mucho. Quizás sea que la melancolía puede conmigo y hecho de menos hablar de tonterías que no tienen sentido y reír sin saber por qué. Quizás lo único que quiero es volver atrás en el tiempo y entender en qué momento se abrió una brecha, y la razón por la que se convirtió en un precipicio.

    Hace tiempo, alguien me dijo que las personas están en nuestras vidas para enseñarnos algo, y cuando terminan su cometido, se alejan de nosotros, porque ya no los necesitamos. No lo entendí, para que mentir; pero ahora que lo pienso, quizás sea cierto. Puede sonar egoísta, pero prefiero creer en algo así a pensar que la gente se aleja porque no somos importantes en sus vidas.

    Basándome en eso, supongo que tú ya me has enseñado lo que tenías que enseñarme. Me diste una razón para recordar lo que había considerado una jaula con alegría; y me ayudaste a dejar a un lado la máscara de ironía y frialdad, que me había empeñado en usar.

    Creo que es esa la razón que me ha impulsado a escribir algo así, la necesidad de darte las gracias. No tiene sentido decir que ya nos veremos; las dos sabemos que no es verdad. Tampoco tiene sentido lamentarse, aunque no creo que ninguna de las dos lo hagamos.

    Así que supongo que ahora toca decir adiós, que te vaya bien y cosas de esas. Pero ya sabes que no soy protocolaria, así que me limitaré a mandarte mi mejor sonrisa, y a decirte que agradezco de corazón que me devolvieses la confianza.

            Por eso, de las frikis, tú eras la Fantástica.

Comentarios