E-1: La música

Los primeros acordes, rompe la quietud de la sala. Cierro los ojos, me olvido de todo. El mundo desaparece a mí alrededor, y comienza el verdadero viaje.
    Vuelve a ser verano. Mi elegante vestido ha sido sustituido por un pantalón corto y una camisa veraniega. Mi sofisticado moño hace rato que se ha deshecho, liberando mis largos rizos castaños. El océano aparece ante mí. Miro el cielo y una sensación de euforia se apropia de mi cuerpo, haciendo que una sonrisa aparezca en mi rostro. El agua del mar moja mis pies mientras escucho una melodía lejana.
La melodía me envuelve, colándose en mi alma, atravesando mi corazón. Mi voz se alza entre acordes, y el sonido de las olas del mar.
    La luz del sol desaparece. Una nube, solitaria, se instala delante de él. Tras ella, aparecen muchas más, cubriendo el cielo, transformando el azul, en gris. La primera gota, no tarda en caer. La lluvia empapa mi cuerpo, pero no me molesta, es más, me hace sentir libre.
La canción se acaba y abro los ojos. La lluvia desaparece, al igual que la playa y el océano. Vuelvo a llevar un vestido y mi sofisticado moño. El público se levanta y aplaude. Sonrío con educación y acepto los halagos en silencio.
Cuando la puerta se cierra y la habitación queda totalmente vacía, me dejo caer en una de las sillas del escenario. Veo varios tubos repartidos por el suelo, y me pregunto si alguien se habrá dado cuenta del penoso estado en el que se encuentra el teatro. Vuelvo a cerrar los ojos mientras en mi cabeza aparece una nueva melodía.
    La música vuelve a sonar. La lluvia sigue cayendo, pero el sol brilla con fuerza, dibujando un hermoso arcoíris. Empiezo a cantar otra vez…
- ¡Hola! – el grito me saca de mi ensoñación. Dejo de cantar y me levanto avergonzada. Me disculpo torpemente – No pasa nada. Tienes una voz preciosa…
Por primera vez desde que ha llegado, le miro a los ojos. Son azules como el cielo, como el océano, me recuerdan al verano. Sin decir nada más, se sienta ante el piano y empieza a tocar. Sonrío sin poder evitarlo, y cierro los ojos por tercera vez en la tarde.
   Y canto, sin público, sin lluvia. La playa, ya no está vacía y mi voz no es lo único que rompe el silencio. Ahora también  hay un hombre de ojos azules que toca el piano junto al mar.

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